Vanguardista, provocadora, multicultural. Así es Montreal, la ciudad que encanta con su estilo chic europeo y a la vez sorprende con esa vibrante y alocada personalidad.
En Montreal se entremezclan el pasado y el presente. Y para empaparse de ese pasado lo mejor es perderse por las calles adoquinadas del Viejo Montreal (Metro Place-d’Armes) donde aún sobreviven esos edificios del siglo XVII y se ven pasar elegantes carrozas como en las épocas gloriosas. Estar en el Viejo Montreal es como estar en París, con sus fachadas de piedra gris y sus elegantes boutiques, galerías de arte, cafés y bistros repletos de gente hablando quelque chose. Y es que Montreal ha sabido conservar su patrimonio histórico. Su iglesia madre, la Basílica de Notre-Dame (réplica de la famosa catedral parisina) es considerada uno de los patrimonios religiosos más preciados de Quebéc.
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